martes, 11 de agosto de 2009

Almudena, ellas y yo

Lulú, fue la primera de las grandes mujeres que Almudena Grandes me regaló. Había ganado el premio La Sonrisa Vertical (un premio de novela erótica). Me fascinó desde la primera página. La falta de pudor para contar experiencias sexuales con las que yo ni había soñado, hacía que pasará horas en el ilapso más absoluto, preguntándome si tanto vicio podía ser real y sobre todo moral. No sé bien como llegó aquel libro a mi mesita de noche, pero lo releí una y otra vez durante la postadolescencia, esa época oscura en la que una debe decidir quién va a ser en la vida. Lulú era sincera, era valiente y era sobre todo consecuente con sus deseos, a pesar de ser una mujer, o precisamente por eso. Después llegó Malena, con su mala sangre, con su vida caótica pero honesta. Malena no era ni buena ni mala, era ella. Era preciosa y se dejaba llevar cuando un hombre pasaba por delante. La historia de Malena fue para mi la historia de una madurez real, que no consiste en volverse más seria, ni más responsable, si no en conocerse, en reconocerse y sobre todo en asumirse, en saber que una es como es, y no debe juzgarse continuamente por eso. Durante mucho tiempo no volví a leer nada de Almudena Grandes, hasta que hace un par de años compré para mi tía Los aires difíciles, tuve suerte y cuando le dí el regalo me dijo que ya lo tenía, y que además lo había leído. Compré para mi tía El corazón helado, que acababa de ser salir a la venta, y decidí quedarme para mi biblioteca personal (bastante escasa no vayáis a pensar!) los aires difíciles. Aquí en este punto retomé mi historia de agradables sorpresa, y emociones salvajes con Almudena.
De nuevo encontré una mujer increíble, Sara Gómez, que decide marcharse a vivir a una urbanización de la costa gaditana, a reiniciar su vida, pasados los cincuenta. Sara tiene la serenidad de quien ha hecho cosas inmorales y a pesar de eso puede dormir tranquila porque merecía hacerlas. Es una mujer entera, real y sobre todo consciente de los sobresaltos y desagravios a los que te puede someter la vida, pero esa certeza no la desanima, todo lo contrario. Sara se convierte en una mujer fuerte, hecha de desengaños y desprecios de los que merecieron tener una vida de mierda, y no la tuvieron.… Y entonces llegaron ellas. Marisa, Ana, Rosa y Fran, las protagonistas de Atlas de geografía humana, y mi mundo interior dio un giro con ellas, y me enseñaron que nunca es tarde para ser sentir. Mujeres al borde los 40 que siguen dejándose llevar, en la búsqueda de la felicidad. Muchas veces fui Fran, y luché por conservar lo que tenía, pero de pronto supe que iba a convertirme en Rosa, y desde hace unos meses me he convertido en Ana, y desde que las conocí mis momentos más duros me recuerdan a los suyos y me reconforta saber que antes que yo, ya hubo mujeres que sintieron lo que yo siento.
Y por último llegó la gran historia, el corazón helado. De nuevo una gran mujer Raquel Fernández Perea, rodeada de muchas más grades mujeres, y de muchos más grandes hombres. Una narración emotiva de nuestro pasado y nuestro presente. Una mirada a los exiliados del franquismo, a la guerra civil, a la dureza de la posguerra y el retorno a una actualidad en la que muchos han preferido olvidar, sin darse cuenta de que el olvido nunca es una buena opción, si antes de desechar el pasado no hemos aprendido lo necesario sobre él. Una historia hilada de una forma perfecta, en la que encontramos héroes anónimos, que dieron su vida por que éste fuera un país mejor. Y la sensación de que los verdaderos traidores no eran los que estaban en el otro bando por convicción, sino los que siempre intentan sacar tajada de cualquier situación, las y los hijos de puta, que murieron en sus casas rodeados de sus seres queridos, mucho tiempo después sin tener que rendir cuentas a nadie por los agravios cometidos. Me quedo con el Una de las dos España ha de helarte el corazón con el que la autora nos presenta el libro. Me quedo con ella y con sus historias. Me quedo con sus mujeres de carne y hueso, con su amoralidad en las relaciones humanas, con su estrategia de situar la narración desde un yo masculino para con sus ojos ver a mujeres fascinantes. Me quedo con la sensación de que sin sus otros yos, yo no sería la que soy.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevo días espiándote, sin ningún propósito, simplemente porque siempre me ha gustado tu interior y me gusta asomarme a el.

Anónimo dijo...

Viva Almudena! Las tendrà grandes?