miércoles, 12 de agosto de 2009

A mi también me espían

A mi también me espían. Lo noto, lo siento, lo sé. Los de la calle Génova me tienen pinchado el teléfono. Arenas se pone tibio con mis conversaciones íntimas. La Cospedal se reza dos padres nuestros cada vez que lee mis sms, Rajoy se me mete en el messenger cada vez que le viene en gana y Fraga se mete en mi facebook para dejar mensajes indescifrables. A mi también me espían, que conste que lo sé, y que no me hace ninguna gracia. Desde hace semanas presiento que la CIA tiene un telescopio de grandes dimensiones que calcula mis movimientos. Seres de otros planetas me han puesto cámaras microscópicas en la cocina para verme el careto mientras desayuno. El vaticano lleva días estudiando mis rutinas no sé con qué fin. Es duro, yo los comprendo, es muy duro saber que te observan, que te escuchan, que saben todo de ti. Es muy duro saber, o decir que se saben todas esas cosas sin tener una sola prueba para denunciarlo. O quizás no es tan duro, en realidad solo es cuestión de imaginación. Se trata de conseguir adeptos a tu causa, de buscar amigos que, no solo aseguren que dices la verdad, sino que metidos de lleno en la historia digan en voz alta que a ellos también los espían.

martes, 11 de agosto de 2009

Almudena, ellas y yo

Lulú, fue la primera de las grandes mujeres que Almudena Grandes me regaló. Había ganado el premio La Sonrisa Vertical (un premio de novela erótica). Me fascinó desde la primera página. La falta de pudor para contar experiencias sexuales con las que yo ni había soñado, hacía que pasará horas en el ilapso más absoluto, preguntándome si tanto vicio podía ser real y sobre todo moral. No sé bien como llegó aquel libro a mi mesita de noche, pero lo releí una y otra vez durante la postadolescencia, esa época oscura en la que una debe decidir quién va a ser en la vida. Lulú era sincera, era valiente y era sobre todo consecuente con sus deseos, a pesar de ser una mujer, o precisamente por eso. Después llegó Malena, con su mala sangre, con su vida caótica pero honesta. Malena no era ni buena ni mala, era ella. Era preciosa y se dejaba llevar cuando un hombre pasaba por delante. La historia de Malena fue para mi la historia de una madurez real, que no consiste en volverse más seria, ni más responsable, si no en conocerse, en reconocerse y sobre todo en asumirse, en saber que una es como es, y no debe juzgarse continuamente por eso. Durante mucho tiempo no volví a leer nada de Almudena Grandes, hasta que hace un par de años compré para mi tía Los aires difíciles, tuve suerte y cuando le dí el regalo me dijo que ya lo tenía, y que además lo había leído. Compré para mi tía El corazón helado, que acababa de ser salir a la venta, y decidí quedarme para mi biblioteca personal (bastante escasa no vayáis a pensar!) los aires difíciles. Aquí en este punto retomé mi historia de agradables sorpresa, y emociones salvajes con Almudena.
De nuevo encontré una mujer increíble, Sara Gómez, que decide marcharse a vivir a una urbanización de la costa gaditana, a reiniciar su vida, pasados los cincuenta. Sara tiene la serenidad de quien ha hecho cosas inmorales y a pesar de eso puede dormir tranquila porque merecía hacerlas. Es una mujer entera, real y sobre todo consciente de los sobresaltos y desagravios a los que te puede someter la vida, pero esa certeza no la desanima, todo lo contrario. Sara se convierte en una mujer fuerte, hecha de desengaños y desprecios de los que merecieron tener una vida de mierda, y no la tuvieron.… Y entonces llegaron ellas. Marisa, Ana, Rosa y Fran, las protagonistas de Atlas de geografía humana, y mi mundo interior dio un giro con ellas, y me enseñaron que nunca es tarde para ser sentir. Mujeres al borde los 40 que siguen dejándose llevar, en la búsqueda de la felicidad. Muchas veces fui Fran, y luché por conservar lo que tenía, pero de pronto supe que iba a convertirme en Rosa, y desde hace unos meses me he convertido en Ana, y desde que las conocí mis momentos más duros me recuerdan a los suyos y me reconforta saber que antes que yo, ya hubo mujeres que sintieron lo que yo siento.
Y por último llegó la gran historia, el corazón helado. De nuevo una gran mujer Raquel Fernández Perea, rodeada de muchas más grades mujeres, y de muchos más grandes hombres. Una narración emotiva de nuestro pasado y nuestro presente. Una mirada a los exiliados del franquismo, a la guerra civil, a la dureza de la posguerra y el retorno a una actualidad en la que muchos han preferido olvidar, sin darse cuenta de que el olvido nunca es una buena opción, si antes de desechar el pasado no hemos aprendido lo necesario sobre él. Una historia hilada de una forma perfecta, en la que encontramos héroes anónimos, que dieron su vida por que éste fuera un país mejor. Y la sensación de que los verdaderos traidores no eran los que estaban en el otro bando por convicción, sino los que siempre intentan sacar tajada de cualquier situación, las y los hijos de puta, que murieron en sus casas rodeados de sus seres queridos, mucho tiempo después sin tener que rendir cuentas a nadie por los agravios cometidos. Me quedo con el Una de las dos España ha de helarte el corazón con el que la autora nos presenta el libro. Me quedo con ella y con sus historias. Me quedo con sus mujeres de carne y hueso, con su amoralidad en las relaciones humanas, con su estrategia de situar la narración desde un yo masculino para con sus ojos ver a mujeres fascinantes. Me quedo con la sensación de que sin sus otros yos, yo no sería la que soy.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Toc! Toc! Toc!

Adelante! ¿Pero es que no ha visto el cartelito en el que pone pase sin llamar?

-Pues sí verlo lo ví, pero a mi no me gusta meterme en terreno de otro sin avisar!

-Pero esto es una oficina señora, y yo estoy trabajando, no va a usted a encontrarme sin ropa, o echándome una siesta.

-Bueno a mi me enseñaron a llamar a las puertas que están cerradas y listo.

-Venga, a ver que quiere.

-Pues quiero un traje!. Verá usted, el mes que viene se casa el pequeño de mi hermana Carmen. Viven allí en el pueblo. Es la única de mis hermanas que se quedó a vivir allí, ya sabe alguien tenía que hacerse cargo de padre, y ella era la mayor, en fin cosas que pasan en la vida.

-No entiendo nada señora!. Creo que usted se ha confundido y lo que busca es un banco, que le de un crédito, o algo así.

-No, no que va. Yo no me he equivocado. Lo que estaba contando, que una aquí se apaña con cualquier cosa, pero yo sólo de pensar en tener que lidiar con toda la gente del pueblo, mire usted, que me pongo mala de verdad. Así que necesitaré una cosa sencilla pero elegante. Vamos que no vayan a pensar ni que me he hecho de oro vendiendo barras de pan, ni que no me llega ni para comprarme un vestido para la boda de mi sobrino. Además, que le voy a contar, Pedro ha sido siempre tan cariñoso, tan buen chico, que me hace ilusión ponerme guapa para su boda.

-Ya señora me parece perfecto, póngase usted bien guapa, y vaya a la peluquería si hace falta, pero lo que no entiendo es para que viene aquí. Esto es la consellería de bienestar social!

-Pues por eso, por mi bienestar, porque una boda en el pueblo es como un acto social. Y quería yo ver si usted, o su jefe, o el jefe de su jefe, podía hablar con el tal bigotes, que tiene mano en las tiendas de gente bien, y hacerme ese favorcillo.

-Pero señora!. Esta usted loca!, ponga una reclamación pero a mi déjeme en paz!

-Pero como voy a estar loca, Mire yo carrera no tengo pero si no he entendido mal la historia, su jefe, o el jefe de su jefe, lo mismo da, le pagaba al del bigote, a Aznar no, al otro, al que le decía que lo quería mucho, con mi dinero, y lo mismo hasta con el suyo, para que hiciera cosas de las que yo ni me he enterado. Porque yo no voy al tenis, ni a la carreras ni a los convites de gente bien. Pues eso, que si al individuo ese le pagaban con el dinero que yo pago para que hagan colegios, y ambulatorios, y esas cosas, y no las hacen por lo menos me mereceré que me pague un traje a mi también. No?

-Señora con lo lista que es usted es una lástima que no se haya enterado de que el Tribunal Superior de Justicia ha archivado la causa, y que no es delito.

-Claro que me he enterado por eso vengo. Si no es delito, si es algo normal, y justo, pues eso que yo también quiero un traje. Y una cosa le digo yo no me voy de aquí sin que me tomen medidas!

-Medidas es lo que voy a tomar yo. Seguridad por favor a acompañe a esta señora a la calle que se ha equivocado y no encuentra la salida.

sábado, 1 de agosto de 2009

Caótica Ana......................



"Soy una sin sentid
o".... Ana dixit







"Las mujeres bereberes educan muy bien a sus hijos, crían hombres buenos"