LA REINA DE ÁFRICA

Acaban de sobrevivir al paso por unos rápidos innavegables a bordo del Reina de África. Catherine Hepburn, convertida en la señorita Rosie, observa al señor Allnut, Humphrey Bogart, con una mirada en la que se mezclaba una ingenuidad fingida y una maravillosa sorpresa por las sensaciones encontradas. Antes habían padecido el ataque de unos horribles mosquitos, los disparos desde un fuerte alemán y los achaques de un barco de vapor con un destornillador en la caldera, que de vez en cuando se atasca y si no se le golpea a tiempo puede estallar. Todavía le quedaba al señor Allnut sufrir el ataque de las sanguijuelas, y lo peor, caer en la desesperanza más absoluta.
Es una película de aventuras, o al menos eso dicen los catálogos, pero anoche en la filmoteca d'estiu, hubo sobre todo risas y sonrisas. Porque el Reina de África navega llevando a bordo a un Humphrey Bogart divertido, irónico, seductor y sobre todo distinto, sometido a los designios de una increíble Catherine Herpburn, madura e inteligente.

Anoche volví a olvidarme de todo, mientras en el antiguo cauce del rio Túria corría una agradable viento, y en la pantalla se proyectaba "La Reina de África". Es la magia del séptimo arte, el único estímulo capaz de devolverte el optimismo en cualquier circunstancia, de hacerte sonreir aunque no tengas ningún motivo, de sentirte agradablemente leve, mientras Catherine Hepburn y Humphrey Bogart, nadan felices hacia la orilla este y el público se levanta y aplaude.